Cuando decimos que algo es verde es porque desde pequeños nos asocian la
palabra "verde" a un estímulo visual de una cierta frecuencia
electromagnética en la que todo el mundo está de acuerdo que es el verde, sin
embargo, en las fronteras del verde, por un lado el azul y por otro el
amarillo, ya no está tan claro, para unos seguirá siendo verde y para otros ya
será azul o amarillo.
Las palabras las llenamos de sentido con la combinación entre los estímulos recibidos,
la reacción ante ellos de la persona en que confiamos y nuestra reacción. Los
estímulos no solo provienen de fuera de nuestro cuerpo, sino que, nuestro
organismo no para de mandarnos estímulos como reacción a los exteriores o de
producción propia. Por ejemplo, que tengamos sensación de calor, puede ser por
una fuente de calor externa o por el que producimos en nuestras células. El
viento acariciándonos el torso es un estímulo exterior y los latidos del
corazón, interior.
Esta división es la que da pie a separar lo concreto de lo abstracto, lo
medible de lo no medible. Cualquier cosa, fuera de nuestro cuerpo y que podamos percibir por alguno de nuestros sentidos es concreto y medible. Pero cuando
hablamos de sentimientos o sensaciones internas, aparece la subjetividad de la
imposibilidad de medir, con exactitud, los estímulos provenientes del interior
de tu cuerpo.
De la misma forma que hay infinitos colores, nada más tienes que subdividir
la frecuencia -555 nm es el mínimo cambio de frecuencia perceptible por el ojo
humano en el verde-, también hay infinitos dolores de muela, que en sus límites
con el oído no se termina de concretar qué te duele, aún así, el dolor físico
se podría concretar en mayor o menor medida, pero si hablamos del psicológico,
la cosa se complica.
La psiquiatría y la psicología nos hurgan por dentro para escudriñar
un cierto comportamiento "extraño", pero cada uno de una forma
distinta, mientras que el psicólogo se basa en lo abstracto y en ciertos
indicios concretos exteriorizados, el psiquiatra se basa en lo concreto y
ciertos indicios abstractos. Porque, ¿quién cura el mal de amor, la tristeza o
la impotencia?
La Naturaleza, a nivel diminuto, con su forma de presentarnos las partículas, ya nos está sugiriendo su lado abstracto y su lado concreto. Como expliqué en la anterior entrada, las partículas son abstractas antes de medirlas y concretas al medirlas... ¿habrá muchas partículas dentro de nuestro cuerpo sin "concretar"?
La infinidad de combinaciones entre los numerosos tipos de estímulos internos y sus diferentes intensidades, nos proporciona infinidad de sentimientos y sensaciones por concretar. ¿Cuál es la frontera entre amar y querer, entre el enfado y el odio, entre lo bueno y lo malo? Conforme la ciencia y la tecnología avanzan, lo abastracto retrocede. Así,
con la aparatología actual, tipo detector de mentiras (ya se vende como
juguete), se podría concretar tu estado psicológico, tu abstracto y saber si
estás triste, enamorado o feliz con bastante exactitud.
Lo
que hace que mi vida sea diferente de la tuya es la subjetividad de lo
abstracto, el margen dado a lo desconocido y, por lo tanto, la arbitrariedad en tu
pensamiento, así que esperemos tener todavía margen para ser humano y que lo anterior (la aparatología actual) sea solo cosa de laboratorio.
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