viernes, 26 de enero de 2018

La seguridad básica en la RED

Cuando idearon los protocolos de internet (IP), allá por la década de los 70, no pensaron que pocas décadas después miles de millones de máquinas los utilizarían.

La RED son todas las máquinas, desde una nevera a un superordenador, que tienen información que ofrecer o necesitan de otras máquinas para ofrecerla y que están conectadas unas con otras por medio de cables, wifi, bluetooth, infrarrojos, etc., de forma que todas podrían tener acceso a las demás. Cada una tiene una dirección (IP) adonde las otras máquinas saben que tienen que mandar la información si quieren que le llegue.

Pero tú con tu información haces lo que quieras, puedes tenerla para que toda máquina que mire la vea o, igual, quieres que no accedan a ella. En este caso, o bien te desconectas o pones una puerta. En realidad, quizás sea mejor hacer una "casa" con todas las máquinas que tienes y poner una puerta para todas. Lo que pasa es que en una casa hay ventanas, rendijas, puerta de atrás, chimeneas, etc., por donde pueden entrar a mirar tu información sin que te enteres.

La puerta de tu casa es normalmente el router, un aparato que, bien configurado, deja entrar solo a quien tú quieres. Si puedes conectar tus aparatos por cable, mejor; si es por wifi, pon una buena contraseña, o sea, que contenga mayúsculas y minúsculas, números, letras, algún símbolo y que tenga 8 caracteres mínimo sin significado.

La mayoría de las personas no conocen su casa cibernética y, sin darse cuenta, deja la puerta abierta, no pone rejilla en la chimenea o no ajusta las rendijas, etc., con lo que su información está fácilmente visitable. Los aparatos suelen tener un software configurable y algunos van de independientes y abren puertas y ventanas, sin que te des cuenta, al activar alguna opción. Pueden, incluso, activar la cámara y el micrófono sin darte cuenta. Así que, por un lado, si el aparato tiene posibilidad de poner una contraseña de acceso  (muy recomendable en sistemas operativos), hazlo. Por otro lado, no toques configuración que no controles, deja la de fábrica.

Otros que conocen su casa y que cierran todos los huecos por donde pueden colarse, cuando alguien llama a la puerta ofreciéndote algo irrechazable y le dejas entrar, estás cometiendo un acto de confianza y, claro, te pueden engañar con el lobo vestido de caperucita. Incluso otras veces es uno mismo el que lo llama. Como ejemplo, Google te da muchos servicios que parecen gratis. Lo que estamos haciendo es poner nuestra información privada en sus manos, pero… ¡es que lo que nos ofrece es irrechazable! (Ironía).

Claro, que realmente, en la mayoría de las casas no hay mucha información valiosa, con lo que teniendo cuidado de cerrar todo bien, no tienen por qué intentar entrar, pero si se lo pones fácil, lo harán igual que si te dejas el coche abierto: no se llevarán nada, pero pueden hacer un destrozo.

Ahora bien, si tu información es valiosa, probablemente haya gente que la quiera y no quiera pagar por ella. En ese caso, los métodos para entrar en tu casa serán más profesionales. Intentarán engañarte, ofrecerte caramelos con virus y gusanos, esperarán a que cometas el fallo de dejar algo abierto, engañarán a tu familia y amigos y si todo esto no funciona, podrían entrar forzando la cerradura. Los engaños son múltiples, pero uno típico es mandarte un correo electrónico en donde se hacen pasar por una compañía de confianza pidiéndote datos que la compañía nunca te pediría por correo electrónico. O que te ha tocado un gran premio y para mandártelo te piden los datos. También, te pueden mandar imágenes u otros archivos que puedes confundir con archivos que querías recibir y que están infectados de virus, gusanos, troyanos, etc. que harán tu aparato impracticable. Puede pasar que infecten a alguno de tus listas de contactos y este te infectará porque confías en él y abrirás cualquier archivo que te mande.

Quizás a ti personalmente no te vaya a ocurrir nada, pero cuando tu ordenador sea secuestrado, o se borre tu disco duro, o se convierta en una tortuga, o tus fotos y vídeos más íntimos sean publicados, o lo que es peor, caigan en manos de pederastas, te darás cuenta de lo problemática que es la situación.

Entonces, como resumen, no hay que obsesionarse con la seguridad si no tienes información valiosa más allá de unas fotos o vídeos por los que alguien pudiera hacer el esfuerzo de entrar en tu casa sin que te des cuenta; y si sí tienes información valiosa, no la publicites (por ejemplo, no des pistas en las redes sociales).

Pero  puedes acostumbrarte a:
-  Desconectar el aparato de la red mientras no la necesites.
-  Poner contraseñas de calidad donde sea posible.
-  No entrar en ninguna página en la que no confíes.
-  Mantener actualizados los sistemas operativos.
-  Mirar bien (antes de abrirlo) si el archivo que te han mandado es el que tú querías recibir.
-  No dar datos personales a nadie que te lo pida, cuando tú necesites algo ya lo buscarás.
-  Cuidado con los pendrives que se utilizan en diferentes aparatos.

Y si puedes permitírtelo y no sabes hacerlo tú:
-  Busca a alguien que te configure el router.
-  Instala algún antivirus que detecte virus, gusanos, spyware, troyanos, ransomware, etc.,
- Instala programas originales.

jueves, 18 de enero de 2018

El mecanismo del botijo

Lo primero será definir lo que es un botijo:

Este elemento es un recipiente de barro redondeado y cerrado que tiene un asa para sujetar, una boca para llenar de agua y un pitorro (salida del agua estrecha con la función de que el caudal de agua que salga por él y que caiga directamente en la boca, se pueda tragar continuamente, mientras tengas sed, sin que rebose en la boca). Tiene como meta enfriar el agua de su interior, sin enchufe. Se suele usar en sitios calurosos y poco húmedos, donde la temperatura ambiente puede llegar a más de 40º. Adopta numerosos nombres, aparte de este, dependiendo del lugar de la Tierra donde te lo encuentres.

Mecanismo: el barro con el que se fabrica no es completamente impermeable, por lo que transpira (suda) una porción de agua, que al evaporarse enfría las paredes de este y, por contacto, también el agua del interior.

Explicación:  el barro es algo poroso, con lo que el agua traspasa la pared del botijo y humedece toda la superficie exterior. En la superficie del agua que está mojando el botijo por fuera, hay moléculas que están enlazadas, por un lado, a otras moléculas y por otro a nada, ya que lo que hay es aire. El calor hace que se muevan, empujándose unas a otras, y puede pasar, que de un empujón, la molécula que está en la superfície salga disparada. Si esto pasa, ocurrirán dos cosas importantes, una, que me quedo sin parte del agua que había en el botijo, dos y más importante para este caso, es que la molécula perdida se lleva con ella parte del calor que había en el botijo.

Si el calor (empujones de las moléculas) del agua que está dentro del botijo es mayor que el de la superficie de fuera (liberado con las moléculas que salen disparadas),  este se traspasará a la superficie, haciendo que el calor se tienda a igualar, así seguirán escapándose moléculas y con ellas más calor, entrando en un bucle que, mientras haya agua dentro del botijo, la irá enfriando.

No terminará enfriando a temperaturas bajo cero por dos motivos, una porque se evaporará todo el agua antes y otra porque este bucle tiene que luchar no solo con el calor del botijo, sino también,  con el que el ambiente le va trasmitiendo.

No aconsejo llenar el botijo con otro tipo de líquido ya que las propiedades son distintas a la del agua y posiblemente no funcionaría, por otro lado, lo impregnaría de sabor prácticamente imposible de quitar.

Para echarlo a andar desde nuevo, hay que llenarlo de agua, dejarlo "sudar" unas horas y cambiarle el agua.

Como conclusión, podríamos decir que los botijos son pequeños refrigeradores unplug. Las formas usuales de los botijos son las óptimas para llegar a un buen equilibrio entre la mayor capacidad posible y la mayor superficie posible, que nos permitiría enfriar mucho más, pero perderíamos el agua rápidamente.

Este mecanismo es el que utilizan los perros con la saliva, cuando se acaloran respiran muy rápido y poco profundo, porque lo que buscan es evaporar la saliva de su boca, más concretamente, de su lengua. La lengua se enfría y, por consiguiente, la sangre que la va rellenando, refrigera el resto del cuerpo.

Los bomberos utilizan el agua para enfriar, entre otras cosas. Por ejemplo, para bajar la temperatura a los rescoldos de un incendio y que no pueda iniciar más fuego.

El cuerpo humano para enfriarse, utiliza el sudor, somos como un botijo.

Si en el aire hay tantas moléculas de agua con calor (se empujan mucho) que tal como sale una disparada de tu superficie, vuelve otra, o sea, no hay sitio para que salgan disparadas, entonces no se produciría refrigeración y pasaríamos calor (el botijo no refrigera prácticamente). Esto es lo que ocurre en los ambientes tropicales, que son muy húmedos y con mucho calor. Es una sensación de agobio ya que no podemos refrigerarnos. Estaríamos empapados incluso sin sudar.

Ahora bien, si el ambiente es húmedo -como el anterior- pero frío, o sea, las moléculas se empujan poco y no hay hueco para salir, el problema que tendríamos sería que, si bien no se suda, la humedad nos empaparía y refrigeraría aunque no lo necesitáramos (el botijo no refrigera prácticamente, lo enfría el ambiente). Es una sensación de no poder quitarte el frío de encima ya que es como si estuviéramos sudando constantemente aunque no lo necesitáramos.

En un ambiente seco y frío no necesitamos sudar y como no hay humedad (el botijo enfría, pero poco), el frío se nos quitará con relativa facilidad. Es una sensación regulable con ropa.

Cuando hay poca humedad pero mucho calor, se suda mucho pero se evapora rápido (el botijo está a pleno rendimiento mientras el calor no sea demasiado intenso). Es el sudor el que regula, pero como no dé a basto, te puede dar sensación de quemar.

Así, el clima mejor es el templado con humedad media, que es el que se da, por ejemplo, en Málaga, donde la temperatura no suele pasar de 36º C ni bajar de 10º C y una humedad relativa que no suele bajar del 20% ni subir del 70%.

En el mar también se da el efecto botijo, es por ello que la temperatura del agua suele estar más fría que la ambiental, salvo que baje bastante la temperatura ambiental. Hay que tener en cuenta que la temperatura ambiental puede cambiar mucho más bruscamente que la del mar (y también del agua del botijo) debido al gran calor específico que tiene el agua. Al ser tantas las moléculas que son empujadas de la superficie del mar hacia la atmósfera, terminan juntándose unas con otras, creándose gotitas, que a su vez, formarán las nubes.

Cuando ponemos a secar la ropa lavada, también actua el mecanismo del botijo: por un lado, enfría la ropa y, por otro, se nos seca, aunque cuando hay humedad, le cuesta secarse.

Cuando nos duchamos o mojamos, sentimos el mecanismo de un botijo en nuestras propias carnes y como no nos sequemos con algo, nos irá quitando calor del cuerpo. 

Las plantas tienen que llevar la savia bruta de las raíces hasta las hojas y en el proceso intervienen varios fundamentos físicos, entre ellos, el mecanismo del botijo. Las hojas transpiran agua a su superficie y la evaporación, además de refrigerar las hojas, produce una pequeña depresión que tira de la savia hacia arriba por los vasos de la planta. Si os habéis fijado, en los desiertos, las plantas no son altas, ya que no pueden permitirse el lujo de transpirar agua y, por lo tanto, además de por otras causas, no pueden crecer a lo alto.

En fin, quería romper una lanza en favor del que inventó el botijo. Su mecanismo, con todo lo simple que es, la mayoría de los seres vivos no podríamos vivir sin él.