domingo, 4 de agosto de 2019

¿Medir o ser conscientes de lo que medimos?

El experimento de la doble rendija es la base de la mayor toma de consciencia de nuestra virtualidad. Consiste en  hacer pasar luz a través de una rendija y, posteriormente, a través de dos. Estos haces de luz, cuando llegan a una placa fotosensible situada delante de las dos rendijas forman un patrón de interferencias claramente identificables como ondas y no dos líneas verticales, correspondientes a las dos rendijas.

Lo que se buscaba era dilucidar si la luz son partículas, como todo parecía indicar, o es de naturaleza ondulatoria, como el experimento confirmó.
Entonces, ¿en qué quedamos? Más adelante se pudo lanzar de uno en uno lo que corresponde a una onda o un corpúsculo, y se seguían obteniendo los mismos resultados, naturaleza ondulatoria. Sin embargo, cuando la luz alcanza los átomos, estos reaccionan a cápsulas de energía muy concretas, o sea, reaccionan como si fueran pequeños paquetes de energía. Cuando en este experimento decidimos observar qué es lo que pasa por cada rendija, resulta que lo que se ve en la placa fotosensible como resultado, es lo que esperaríamos si la luz fuesen partículas definidas. Esto nos lleva a pensar que mientras la luz no es observada, es onda, y cuando la medimos son fotones, lo que se llama la dualidad onda-corpúsculo.

En la actualidad se ha comprobado que no solo los fotones tienen esa dualidad, sino que todas las partículas que define la física teórica tienen esa propiedad, es más, se ha conseguido comprobar hasta en un átomo, que ya tiene propiedades de elemento químico, o sea, han conseguido probar la naturaleza cuántica de un átomo, cuando para ello se necesita que este átomo no interactúe con absolutamente nada y así no sea determinado. Mantener aislada una partícula no es fácil, cuanto más un átomo.

Pero vamos a intentar analizar cuál es el momento en el que se convierte de onda a partícula. Si la luz atraviesa la primera rendija sin medir, en teoría la luz no está determinada, no sabemos cómo viaja, cuando pasa por una de las dos rendijas siguientes con detectores, el experimento da como resultado que es una partícula, o sea, la decisión parece tomarla justo cuándo y dónde se mide, ya que sin los detectores el resultado sería onda. Más recientemente, John Wheeler, propuso retrasar la decisión de la conversión en partícula, es decir, hacer que se defina otra vez después de que hayan pasado por los detectores situados en la doble rendija. Técnicamente no era fácil de ejecutar y pasó un tiempo hasta que Jean-François Roch y François Treussart, en colaboración con Philippe Grangier lo consigueron. En este enlace se explica bastante bien. Lo que Wheeler propuso era como si después del paso del fotón por una de las dobles rendijas, donde había un detector, apareciera o desapareciera aleatoriamente, otra pared con otra doble rendija sin detectores, antes de llegar a la placa fotosensible, con el resultado de que cuando la segunda pared con doble rendija aparecía, el fotón terminaba como onda; y cuando no, seguía como partícula. A pesar del intento de forzar inicialmente una concreción en fotón, este pierde tal concreción al verse ante una nueva doble posibilidad. Con este experimento todo parece indicar que solo cuando alguien está interesado en conocer, es cuando el campo de probabilidades se concreta, normalmente, en la situación más probable.

Pero quiero darle una vuelta más, ¿la acción de medir es propiedad del aparato o de la persona cuando mira el resultado y es consciente de lo medido? Me explico. Si en el experimento inicial de la doble rendija, donde se observa por dónde va a pasar la partícula, el aparato hace la medición, pero nadie nunca jamás observa lo medido, ¿colapsará a partícula o seguirá onda?

El experimento que propongo sería el siguiente: actuar igual que en el experimento de la doble rendija y colocar los aparatos que miden por dónde va a pasar la partícula, iniciar el proceso y registrar el resultado de la medición. Después de que la partícula haya actuado en la placa fotosensible y antes de mirar la placa fotosensible y lo medido, destruyo el registro de lo medido, de manera que no haya forma humana de saber el resultado ni saberlo en el futuro. Posteriormente, miraríamos la placa fotosensible.

Con esto, separo la capacidad de observación de la toma de conciencia de lo ocurrido. Si todo ocurriera como pienso que es, y en la placa aparece una onda, estaríamos ante la constatación de que la realidad es solo lo que la cosciencia nos muestra. Hasta que no somos conscientes del hecho, no se concreta la realidad, se quedaría solo en posibilidades.

Sin embargo, si apareciera como partícula, la realidad sería, independientemente de nuestra toma de conciencia, con lo que la pantalla del dispositivo en el que estás leyendo esto, tendría entidad, independientemente de tu conocimiento de ella, y no la concreción de una alta probabilidad de que sea.

Es más, la partícula determinada por una persona A, ¿se presentaría determinada para otra persona B, con las mismas características de partícula, si después de liberarla de la observación de A, la concreta nuevamente B?

La realidad de los experimentos es tozuda, cada vez nos acerca más a que somos una virtualidad con Planck de fondo, real mientras haya alguna conciencia que nos determine, si no, seremos solo una probabilidad.

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