jueves, 28 de septiembre de 2017

Los robots, ¿tomarán el control?

En 1951, Alan Turing escribió: "En algún momento... cabe esperar que las máquinas tomen el control". Turing planteó un test para poder distinguir a un humano de un robot y en aquel momento, comenzó la veda para los visionarios, entre ellos, yo. Cientos de artículos, películas, libros, etc., emergieron y emergen al albor de tal propuesta.

Cuando yo estudiaba en el instituto (en una época en la que empezaban a aparecer los primeros ordenadores domésticos, como por ejemplo el Sinclair ZX81), en un debate con el profesor de Ética sobre el papel de los ordednadores en la sociedad, y sin tener el gusto de conocer al señor Turing, le hice una predición: "las máquinas nos dominarán". Mi profesor tenía por entonces ya bastantes años y lo de las máquinas le venía largo. Al día siguiente, me paró en los pasillos y me dijo: "¿de verdad crees que nos dominarán?"

A lo largo de los años y después de muchas reflexiones he ido matizando mi predicción. Eso sí, yo creía que quedaban cientos de años y, según se desprende de la evolución tecnológica actual, no queda tanto, quizas decenas de años. Me explico: al estudiar la naturaleza de las cosas, podemos diferenciar entre las cosas muy grandes, como por ejemplo, una galáxia; las cosas abarcables por el ser humano sin tecnología ninguna, como por ejemplo una manzana; y las muy pequeñas, como por ejemplo un electrón (partícula). Se sabe que el comportamiento de una manzana es muy diferente al comportamiento de cada una de sus partículas, pero el comportamiento e interacción entre ellas da como resultado la manzana.

En la ingeniería de los semiconductores, se busca la miniaturización de estos y mientras sean del tamaño de la categoría de la "manzana", o sea, de la abarcable por el ser humano, y no se acerque al tamaño de las partículas, todo irá bien. Pero ya se está llegando al límite de lo pequeño y los ingenieros comienzan a observar fluctuaciones cuánticas no esperadas al reducir los tamaños de los semiconductores. En realidad, la frontera entre lo macroscópico y las partículas es muy difusa y la mecánica cuántica será la que nos explique, cómo funcionará este grupo de partículas que se creó como semiconductor pero tenía fluctuaciones cuánticas, con lo que no podrá funcionar para lo que se concibió.

Ya he escrito que estamos llegando al límite de lo pequeño y, claro, para avanzar en capacidad de procesamiento tendremos que acumular semiconductores. Por ahora, no hay problema, son tan pequeños que, aunque se acumulen muchos, seguirán cabiendo en un smartphone o tableta. Todavía quedan bastantes años para que se colapse la tecnología actual, pero eso no quiere decir que no se esté investigando en la próxima tecnología, los ordenadores cuánticos, de los que escribiré en una próxima entrada. Solo adelanto que los primeros prototipos, que ya están construidos, superan a los actuales en millones de veces la capacidad de cálculo y los semiconductores son sustituidos por las propias partículas. En este siglo se dará la transición del semiconductor a la partícula, crucial para el desarrollo del futuro robot.

De los robots, habría que diferenciar entre los creados ex profeso para una o varias tareas, con formas variadas, y los androides, hechos para parecerse al humano. Al primer tipo pertenecen, por ejemplo, los vehículos con conducción autónoma. Conforme la actividad a desarrollar por el robot necesite de más información y posibilidad de valoración, este requerirá de más y mejores sensores y capacidad de cálculo. El robot "siente", comprueba lo que está bien o está mal y actúa en consecuencia. La complejidad de las tareas a las que se enfrenta un robot es cada vez mayor. La conducción, una vez aprendida, no es una tarea que precise mucho proceso de cálculo para nosotros, pero sí de reflejos. Teóricamente, las situaciones se repiten de forma parecida, sin sorpresas. Eso sí, se necesita tener los sentidos (90% vista) en buenas condiciones para que nos den la información más fidedigna posible. Sin embargo, ¿qué pasa si ocurre algo no previsto, no aprendido? Pues se tendría que crear de la nada una respuesta relacionando los recuerdos, algo muy complicado. La tecnología actual ya es suficiente para que los vehículos hagan una conducción autónoma. Por otro lado, Nadine, Kodomoroid, ASIMO son androides; las dos primeras buscan un mayor parecido al humano y ASIMO es más funcional. Parecerse al humano cogiendo un martillo es relativamente fácil; en cambio, parecerse al humano en los sentimientos, es mucho más complejo.

Para poder copiar cómo funciona un ser humano, incluido su cerebro, hay que entenderlo, y en ese sentido, parece que todavía falta un poco, pero por una cuestión muy simple, hasta ahora nuestros estudios han ido de lo macroscópico a lo microscópico, según nos posibilitaba la tecnología, mientras que todo el Universo fluye de lo pequeño, de las partículas, hacia lo grande. Ya se conoce cuál es la naturaleza de casi todas las partículas y fuerzas que interactúan con ellas, pero lo poco que falta impide, todavía, poder deducir con exactitud el comportamiento de un elemento macroscópico.  La cuesta se hace más empinada si pensamos que una sola célula puede estar compuesta por trillones de partículas y un ser humano por billones de células, pero la computación cuántica trabaja desde las partículas dando respuestas macro y aunque estemos en los albores, todo parece indicar que va a seguir evolucionando hasta darnos la solución.

A mi parecer, lo que diferencia todavía al ser humano de un robot es: por un lado, la capacidad de aprender significativamente; y por otro, la capacidad de hacerlo de forma infinitesimal, es decir, que aprenda según contexto y además con la riqueza de hacerlo con casi infinitas subjetividades. La combinación de miles de trillones de partículas que tiene nuestro cerebro nos da una idea de la complejidad de la imitación y no digamos si, además, añadimos el cuerpo.

Yo soy un convencido de que la Vida es una gran "máquina" evolucionada de forma darwiniana, principalmente, y que gracias al avance de las máquinas, conoceremos mejor la Vida y podremos evolucionarla; así, seremos capaces de desarrollar la máquina mucho más. Tras la evolución de estas, irá la de la Vida y tras esta, habrá otra de la máquina, entrando en una espiral que nos llevará a que la máquinas formen parte de nosotros, con una hibridación absoluta, sin ser capaces de distinguir quién es qué.


La pregunta será, entonces, ¿qué vamos a hacer cuando un robot se haga adulto y quiera independizarse?

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